sábado, 20 de junio de 2009

Imagen y anécdotas de Camilo José Cela


Camilo José Cela


La imagen

Tenía grandes dotes de actor, entre ellas una voz poderosa, una excepcional capacidad paródica, sabia dosificación de la expectativa y la sorpresa, empatía con el auditorio y un gran sentido del espectáculo. Cela siempre se mantuvo independiente y a contrapelo de muchas tendencias aun reconociendo una «grave falta de interés por la aventura intelectual». Mantuvo sus ideas políticas derechistas, y el hecho de haber combatido y trabajado a favor del campo nacionalista, le granjearon la enemistad del "establishment" literario vanguardista. A ello contestaba Cela con su humor dedicando algunos de sus libros «a mis enemigos que tanto me han ayudado en mi carrera».

Considerado como “gran farsante”, por la constante antinomia que mantuvo durante su vida entre lo que decía y lo que hacía, Cela propició una especie de relaciones públicas al revés. Su físico le ayudaba. Presuntuoso, fatuo, mal encarado y soez casi logró la unanimidad en el rechazo a sus altanerías majaderas. Era pronto para la imprecación y el exabrupto. En algunas ocasiones se le recuerdan salidas ingeniosas que llenan su anecdotario como la famosa anécdota del Camilo José Cela político: senador por designación real, sentado en su escaño, habiendo tomado la palabra mosén Lluís Maria Xirinacs, una sonora ventosidad de Don Camilo dejó sin habla al orador y enmudeció al auditorio, y para deshacer el entuerto el propio Cela se dirigió al orador y le dijo: “prosiga el Mosén”. Poco tiempo después, Cela negó haber dicho esa frase en un programa de TVE, argumentando que, «para hacer callar a un cura, habría hecho falta un elefante, no un gallego».

Otra de las anécdotas más llamativas respecto a su persona la protagonizo igualmente como senador y con el señor Xirinacs. Estaba el escritor dando cabezadas en plena sesión parlamentaria cuando el sacerdote le importunó con la pregunta: «¿Está usted dormido?». A lo que el Nobel le respondió: «Monseñor, no estoy dormido, estoy durmiendo». El mosén le replicó: «¿Es lo mismo, ¿no?». «No, monseñor, son cosas distintas», instruyó al religioso don Camilo: «No es lo mismo estar dormido que estar durmiendo, de la misma manera que no es lo mismo estar jodido que estar jodiendo».

En octubre de 1989 el secretario de la Academia Sueca anunció que le había sido concedido el Premio Nobel de Literatura según la propia academia: «...por la riqueza e intensidad de su prosa, que con refrenada compasión encarna una visión provocadora del desamparo de todo ser humano».

En 1994 recibió el Premio Planeta. La obra premiada de Cela, La Cruz de San Andrés , tiene pendiente un juicio por plagio que ha sido reabierto, al haber sido denunciado por una de las participantes que enviaron manuscritos al citado certamen, si bien los peritos judiciales que intervinieron descartaron la existencia de plagio.

En 1995 recibió el Premio Cervantes, el más prestigioso galardón literario de los países de lengua española.

Murió el 17 de enero de 2002 a los 85 años, el mismo día en que su hijo cumplía 56 años. Sus últimas palabras oficiales fueron: ¡viva Iria Flavia!. En ese mismo año, Tomás García Yebra publicó, en "Ediciones Libertarias", de Madrid, el libro Desmontando a Cela, prologado por José Luis de Vilallonga. Autor de más de setenta obras de todos los géneros y de novelas memorables, Cela estuvo gran parte de su vida rodeado de reconocimientos y de polémicas.