martes, 31 de marzo de 2009

Brigadas Internacionales

Bandera de las Brigadas Internacionales

En la Guerra Civil Española, las Brigadas Internacionales eran unas unidades compuestas por voluntarios extranjeros de 54 países de todo el mundo que lucharon junto al ejército leal a la República española frente al dirigido por el general Franco, que era ayudado por los ejércitos de Alemania e Italia.

En total, según los datos manejados por los estudios realizados en Estados Unidos por la Brigada Lincoln, llegaron a participar 59.380 brigadistas extranjeros, de los cuales murieron 9.934, aunque en realidad el total de militantes fue de 35.252, no habiendo nunca más de 20.000 hombres en total.

La nacionalidad más numerosa fue siempre la francesa, con una cifra cercana a los 10.000 hombres, gran parte de ellos de París. La mayoría no eran soldados, sino trabajadores reclutados por los partidos comunistas voluntariamente o veteranos de la Primera Guerra Mundial.

Su base se encontraba en el aeródromo de Los Llanos, en Albacete. Las Brigadas participaron en la defensa de Madrid en 1936, las batallas del Jarama, Guadalajara, Brunete, Belchite, Teruel, Aragón y el Ebro, siendo retiradas a partir del 23 de septiembre de 1938, ante la intervención extranjera del Comité de No intervención.

Las primeras operaciones de combate en las que participaron las brigadas número XI, XII y XIV fueron en la Batalla de Madrid a partir del 4 de noviembre de 1936 hasta febrero de 1937, durante la primera ofensiva del ejército nacional, que ocupaba ya Getafe y Leganés.

Con 1.550 hombres y mujeres (1.628 según los archivos soviéticos), se instaló el Cuartel General en la Facultad de Filosofía y Letras, siendo las unidades brigadistas muy activas en los alrededores de la Casa de Campo, enfrentándose al general Varela, en los accesos desde la carretera de Valencia, la defensa de la Ciudad Universitaria y los accesos a Guadarrama, en un amplio despliegue que los llevaba en algunas ocasiones a combatir en las puertas del mismo Getafe.

En la Batalla del Jarama, ofensiva iniciada para conquistar Madrid desde el sur por las tropas nacionalistas el 6 de febrero de 1937, se enfrentó la XV Brigada compuesta por unidades de rusos, norteamericanos y británicos fundalmentamente. Participaron en la contención de la ofensiva y capturaron prisioneros. Los enfrentamientos se alargaron hasta el día 27.

En la Batalla de Belchite de 1937 participaron las brigadas XI y XV. Durante la Batalla de Guadalajara iniciada por tropas italianas el 9 de marzo de 1937 para tratar de penetrar desde el norte en Madrid, las tropas republicanas se enfrentaban a un ejército de 30.000 hombres, 80 carros de combate y 200 piezas de artillería. En el escenario se encontraron combatiendo la XI y XII Brigada Internacional que sufrieron gran cantidad de bajas.

Batalla de Teruel. Invierno 1937-38. En esta ofensiva republicana, que tenía como intención desviar la presión nacionalista sobre el frente norte, participaron todas las BI, excepto la XIV. Debido a las sesiones del Comité de No Intervención, el gobierno mantuvo que serían sólo las tropas españolas las que lucharían, pero esto pronto se demostró como una mentira cuando el 7 de diciembre llegó la orden a la base brigadista en Albacete de que partiesen hacia Aragón.

Los brigadistas tuvieron también un importante papel en los grupos de guerrilleros que se infiltraron tras las líneas antes de la batalla para sabotear las comunicaciones enemigas. La reconquista de Teruel por parte de los nacionales en febrero del 38, costó, especialmente a la Brigada XI, un altísimo número de muertos.

El año 1938 se suceden los intentos para poner fin a la guerra civil desde los organismos internacionales.

La República era consciente de su debilidad, y Juan Negrín apuesta por un proceso de pacificación, emitiendo con ocasión del 1 de mayo de 1938 un posible acuerdo basado en trece puntos, entre los que se incluía la retirada de todas las fuerzas internacionales presentes en el conflicto. Esto se unía a una intensa labor diplomática, encabezada por Manuel Azaña en la que se mostraba a Francia y Gran Bretaña la conveniencia de tener un fuerte aliado en el sur ante los acontecimientos que se precipitaban en Europa tras la ocupación de Checoslovaquia por Hitler.

El Gobierno de la República comunicó oficialmente a la Sociedad de Naciones y al Comité de No Intervención su firme compromiso en la retirada de las Brigadas Internacionales el 21 de septiembre. La propuesta llegó al bando nacionalista, pero Franco comunicó que era tarde ya para cualquier acuerdo. De todas formas, el Gobierno de la República consumó el proceso de desmovilización esperando que la buena voluntad sirviera para que las potencias europeas presionaran a Franco.

El 23 de septiembre de 1938 los brigadistas vivieron su último día de combate, pero no sería hasta el 27 de octubre que los internacionales del Ejército del Centro y de Levante serían reagrupados en Valencia. Mil quinientos hombres. Al día siguiente ocurrió igual con los brigadistas de Cataluña, que fueron reunidos en Barcelona.

El ejército les brindó un gran homenaje bajo el lema:

"Caballeros de la libertad del mundo: ¡buen camino!"

El mayor de los homenajes que se les rindió, fue el desfile celebrado en Barcelona el 28 de octubre. Toda la ciudad amaneció con pancartas y carteles alusivos a las Brigadas Internacionales. Ante Companys, Azaña, Negrín, Vicente Rojo y más de 300.000 personas, los internacionales desfilaron por la Avenida 14 de abril, en un ambiente emotivo, con un histórico discurso de Dolores Ibárruri.

Hubo actos similares de homenaje en Valencia y Madrid. Tras un desfile en el que la gente los despidió con aplausos, llantos y cubriendo la calzada de rosas tras un espectacular despliegue de cazas republicanos los brigadistas estaban listos para partir.

La mayoría de los menos de diez mil brigadistas supervivientes a la guerra trataría de volver a sus países. Muchos de ellos no tendrían problemas (franceses, británicos, norteamericanos), pero otros muchos se verían con situaciones complejas: los italianos, alemanes, búlgaros y canadienses se vieron entre la espada y la pared. Formalmente eran expulsados de España pero, o serían detenidos en sus países al regreso debido al triunfo en los mismos del fascismo y el nazismo, o bien habían salido sin autorización. Algunos se refugiaron en casas particulares en Cataluña y otros pasaron ilegalmente la frontera francesa.